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"Ignacio, el amigo del Comandante Che Guevara"
Sudario 07 - Parte Frontal
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"Ignacio, el amigo del Comandante Che Guevara"
Sudario 07 - Parte Trasera
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"Ignacio, el amigo del Comandante Che Guevara"
Sudario 07 - Pieza Completa

“Ignacio, el amigo del Comandante Che Guevara”

Sudario 07 - 2019

Técnica mixta en lienzo

105 x 450 cm

por Angel Correa

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Técnica y materiales

Técnica mixta en lienzo 100% algodón, café microfiltrado en polvo, agua destilada, acuarela, témpera, acrílico, anilina, tinta, colorante de alimentos, medio acrílico y barniz

Descripción de la obra

Esta obra fue inspirada por Ignacio y la canción con la cual lo identifico: “No Soy De Aquí Ni Soy De Allá”, balada, 1970, interpretada por Facundo Cabral, cantante, filósofo y autor argentino. Estas son algunas líneas de la letra: "Me gusta el sol, Alicia y las palomas, el buen cigarro y la guitarra española, saltar paredes y abrir las ventanas y cuando llora una mujer. No soy de aquí ni soy de allá no tengo edad ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad".

Mientras vivía mi infancia, hubo una época en mi pueblo donde la gente acostumbraba a ir y tomar algunos tragos de aguardiente en la tienda local, con el dueño de la misma y hablar sobre el país, sobre la política y la economía, sobre todo lo que estaba sucediendo en ese momento en el país: La revolución social que se avecinaba con la guerrilla a la cabeza; la bonanza cafetera con precios muy buenos en el mercado internacional compitiendo con Brasil, y las nuevas sobre la bonanza de la mariguana, con la aparición de los primeros narcotraficantes; además de las críticas de siempre a los partidos políticos tradicionales de Colombia hasta ese entonces: conservador, liberal y la anapo.

Si tenías que comprar algo que hacía falta en la casa para el desayuno o el almuerzo del día siguiente, la tiendita a la vuelta de la casa era el lugar indicado para hacerlo. Ahí conocí a "Nacho" en la tienda de Osmiro, tomando aguardiente, algunos tragos, no emborrachándose; como parte de un reducido grupo en el cual también estaban el padre de Osmiro, bastante mayor y Lucy, una vecina que tenía una enfermedad del estómago que la hacía lucir sumamente pálida todo el tiempo.

"Nacho" era un hombre amigable, mediana estatura, rollizo y con cabello negro ondulado, trigueño, con una sonrisa franca enmarcada por un bigote ralo, labios rojos y unas mejillas sonrosadas brillantes, con unos ojos de pestañas tupidas, largas y crespas, por las cuales cualquier mujer cometería un acto criminal con tal de tenerlas. Siempre me saludaba, a los niños siempre nos saludaba; yo percibía en él una actitud sana y cálida, siempre se le veía relajado; pero ahora que lo recuerdo bien sus ojos también lucían melancólicos muchas veces. Lo ví vestido todo el tiempo de color khaki, pantalón y camisa, uniforme de obrero, creo. Conversaba con sus palabras y gestos medidos, con la actitud de saber de lo que hablaba, conocedor de lo que decía, convencido de sus ideas.

El día que lo escuché decir que no creía en Dios, sentado en un par de bultos de café apilados, hablando con Osmiro, eso fue el shock de mi vida, cómo podía ser? Que hay gente que no cree en Dios? Hasta ahí llegué yo, sentí que lo alejaba en la distancia así como grandes eran mis temores de infancia. Hoy puedo comprender que él hablaba de la pobreza, del comunismo y del capitalismo, de lo mucho que había ganado en esta vida como hombre a pesar del sufrimiento, que vivir las crisis era difícil, pero que ese era el comienzo de una vida con justicia e igualdad, donde la gente tenía que aprender a liberarse de la opresión y de tantas penas, dejar de trabajar tanto y dedicarse a pensar sobre su cotidianidad. Su discurso, sus palabras eran las de la Colombia que se expandía socialmente através de una ola de violencia más destructiva que la anterior.

Con el paso del tiempo Lucy me comentó que tenía tres hijos y dos mujeres, dos con la casada y uno natural pero reconocido con la otra, cosa común en la sociedad colombiana. "Nacho" murió en un accidente automovilístico a las afueras de la ciudad, en la entrada sur, una carretera por muchos años mal diseñada al parecer, con un cruce de caminos que enlutó a muchas familias del pueblo. Su cuerpo quedó seriamente mutilado, pero no su imagen, no sus palabras, no su sonrisa, no su manera tan amable, tan gentil de saludar.

Con este Sudario representé a través del color sus palabras y su voz, además de la manera de expresar sus ideas. Fue todo un reto para mí lograr que los colores de las tintas no se desvanecieran en la tintura de café, que los colores púrpura, rosa, rojo, azul, verde se amalgamaran balanceados con el sepia intenso del café. Yo sentí su precensia en mi studio, lo que me inspiró a pintar en la parte trasera del Sudario una pequeña corona de flores blancas, a la altura de la cabeza, representándo al hombre soñador e idealista que fue "Nacho". Si hoy pudiera volver a verlo estoy seguro de que le preguntaría si me permitiría darle un abrazo, así como lo hice varias veces con esta obra durante el proceso de secado.

Estoy convencido de que hay gente buena en este mundo aunque no crean en Dios. Estuve sintiendome conmovido tomando las fotos de este Sudario en el altar de la iglesia, Saint Peter’s Church en Bexhill, England; yo lo sentí cerca de mí, “Nacho” estaba detrás de mí, tropecé con él cuando dí un paso hacia atrás. La mujer del sacerdote comentó mirando algunos de los Sudarios cuando los tenía extendidos en el suelo: Parecen una alfombra de flores. En ese momento estaba en mi mente el rostro de “Nacho” sonriéndome.

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