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"Enrique, la primavera sin final"
Sudario Amarillo - Parte Frontal
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"Enrique, la primavera sin final"
Sudario Amarillo - Pieza Completa

“Enrique, la primavera sin final”

Sudario Amarillo - 2019

Técnica mixta en lienzo

105 x 450 cm

por Angel Correa

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Técnica y materiales

Técnica mixta en lienzo 100% algodón, café microfiltrado en polvo, agua destilada, acuarela, témpera, acrílico, anilina, tinta, colorante de alimentos, medio acrílico y barniz

Descripción de la obra

Esta obra fue inspirada por Enrique y la canción con la cual lo identifico: “Forever And Ever”, Balada, año 1973, interpretada por Demis Roussos, cantante griego. Estas son algunas líneas de la letra: “Ever and ever, forever and ever you'll be the one that shines in me like the morning sun. Ever and ever, forever and ever you'll be my spring, my rainbow's end and the song I sing".

Junto con mis amigos todos hemos pasado por momentos interesantes y especiales en el amor, brindándonos apoyo y comprensión, aprendiendo de lo que es la vida, de lo que es vivir en una sociedad y una cultura machista, llena de prejuicios, siendo educados como católicos, en medio de la intolerancia y el rechazo que hacen sumamente difícil expresar tus sentimientos y emociones, al igual que encontrar y sostener una relación de pareja, lo que muchos otros podían hacer como algo normal, y que ahora, luego de 35 años es reconocido, aceptado y legitimado como una realidad para la comunidad LGBTQ+.

Tener que adaptarte al amor imposible, a masticar flores en silencio, sin dar ninguna señal de que tu amor le pertenece a otro hombre, que compartes tu corazón con otra persona de tu mismo género, es una de las cosas que marcan para siempre tu memoria con la cruz de la indiferencia, la ausencia y el olvido. Carlos tuvo que pasar por una situación donde el hombre que amaba no solamente negó lo que había entre ellos, sino que se casó con una mujer y se fue a vivir a otro país para demostrar que su vida emocional, sentimental y sexual iban por otro camino, no con él y sin él. Presenciarlo duele, que le suceda eso a tu amigo duele, pero vivirlo como en su caso, te parte el corazón.

A veces cuado investigo sobre la historia de la homosexualidad en diferentes civilizaciones humanas me encuentro con la figura de hombres que han tenido que vivir y existir como una sombra que se pierde en la oscuridad del sin sentido, en el infierno helado de la condena y el dolor, con un Dios creado por la religión que dice y predica una cosa en nombre del amor, pero destruye con desprecio y odio a quien es diferente, a quien no sigue las reglas impuestas por la misma. Ser católico e ir a misa, rodeado de gente que ora por el bien de los demás pero te garantiza que el infierno está esperando por ti, por ser gay, se presta para confundirte y hacer que rechaces a la institución. “Qué tal esa ah? Rezando para que otros se vayan al infierno… Jesús, María y José!”, decía Pedro siempre.

Carlos se quedó solo, abandonado emocionalmente, confundido, luchando contra la injusticia y la incomprensión, clamándole a Dios en la iglesia que le permitiera volver a estar con él, con el recuerdo de su novio Enrique, del hombre joven que un día se convirtió en el monstruo modelo perfecto de la sociedad a la cual pertenecíamos, novio y prometido de una chica bonita, de buena familia y muy querida como persona. Sus súplicas fueron escuchadas al cabo de los años cuando un día lo vió regresar, Enrique el muchacho abierto y descomplicado, buen estudiante, deportista al que le encantaba conducir el jeep de su padre, en el mismo donde nos íbamos a pasear algunas veces, y donde los vimos besarse con passion, desde el agua, cuando estabamos bañando.

Volvió luego de 10 años, divorciado y desfigurado por el dolor de una enfermedad, gravemente enfermo, con una misión en mente, hablar con Carlos, arrepentido para conseguir el perdón, para hablar de lo sucedido entre ellos. He querido resumir las palabras de estos amantes no correspondidos por la sociedad, victimas del amor imposible, de todo eso que nos comentó Carlos, pero a través de esta canción. No tuve nada que pudiera compararse con la súplica continua de Carlos pidiendo por la vida de Enrique, el milagro para su mejoría, para volver a tenerlo, para disfrutar de una relación estando juntos de nuevo, felices y saludables, asumiendo que no era tarde para lograrlo.

Para Enrique el tiempo determinó que era imposible sobrevivir y lograrlo, física y mentalmente enfermo, era imposible ya, estaba yéndose de este mundo víctima de la desdicha; lo mismo para Carlos, afectado profundamente, transtornado sumido en una desgracia disfrazada de sueño rosa.

Carlos se fue del país, para Alemania, luego de la muerte de Enrique, el segundo de un grupo de cinco que éramos, sólo quedamos tres, todos con una historia de amor trágica guardada en nuestros corazones.

Este Sudario representa la muerte de Enrique, en la tierra caliente del sol brillante, en el Valle del Cauca, copiando los colores de la relación entre ambos, cuando juntos eran felices, cuando juntos eran el sol de la felicidad del uno para el otro; pero para otros algo aborrecido por Dios. Mi pregunta es: El Dios de quién?

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